ENTREVISTA CON NELY REGUERA
Nely Reguera es graduada en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC) en la especialidad de dirección. Como proyecto final de carrera escribe y dirige el cortometraje Ausencias. Posteriormente empieza a trabajar en el equipo de dirección en rodajes de publicidad, videoclips, cortos y más adelante, largometrajes como Tres dies amb la familia (Mar Coll) y Blog (Elena Trapé). En paralelo dirige el documental Muxía a ferida, sobre las consecuencias de la catástrofe del Prestige y más adelante el cortometraje Pablo, seleccionado y premiado en varios festivales, entre otros ALCINE, Gijón, Huesca, Mecal, Concurso Versión Española-SGAE. En el año 2010 empieza a colaborar con A Bao A Qu, en el proyecto Cine en curso, impartiendo talleres de cine en cursos de primaria y secundaria. Entusiasmada con la experiencia, sigue trabajando con ellos desde entonces. También da clases en ESCAC. María (y los demás) es su primera película.
¿Cómo surgió tu interés por hacer cine?
En mi caso lo del interés por hacer cine fue un poco de casualidad. Siempre me había gustado mucho contar historias y escribir. También me gusta la fotografía fija. Y andaba un poco perdida. Una de las opciones que quería hacer era periodismo — pero más pensando en comunicación audiovisual — pero también me planteaba hacer filología hispánica. No me consideraba ninguna cinéfila empedernida. Lo cierto es que iba al cine y me gustaba el cine, pero no me había plantado dedicarme a ello hasta que vi que sí que había una escuela para estudiar cine [risas]. Entonces me lancé porque en el fondo pensé que era mucho más relacionado con lo que me gustaba que era contar historias de ficción. Y por qué no contarlas mediante el lenguaje cinematográfico en vez de solo el escrito. Lo cierto es que fue ya haciéndolo que descubrí que realmente era lo que tenía que haber hecho.
¿Consideras tu cortometraje un ejercicio para encaminarte para el largo? ¿Es un trabajo muy personal?
Pablo, que es el último cortometraje que hice antes de la película, sí es un trabajo personal y sí tiene que ver con el cine que a mí me interesa. También fue el trabajo que hizo que regresase. Llevaba bastante tiempo trabajando de técnica, de ayudante de dirección, de auxiliar… Y lo que me pasó fue que encontré la historia que quería contar, que en este caso es la historia de Pablo. Yo reconozco que en el cine me tira aquello sobre lo que quiero hablar, reflexionar o transmitir; más que hacer cine por hacer cine. Entonces surgió la historia de Pablo, yo quería hablar sobre eso y tuve la oportunidad de hacer el cortometraje. Creo que si me preparó para el largo fue porque me lo pasé muy bien [risas] porque me di cuenta de que ya no tenía ganas de seguir haciendo de técnica y de que quería dirigir. Dirigir, contar historias de este tipo, de esta forma; un cine más intimista, de personajes. Contando con buenos actores que me permitieran transmitir ese tipo de emociones y acontecimientos y ya empecé a pensar en la historia que luego se convertiría en el largo de María. Lo del largo fue por una cuestión de necesidad de más tiempo para contar la historia que quería contar, básicamente.
Los cortos te preparan como te prepara todo lo que ruedas porque al final es poner en práctica. Es trabajar con actores, pensar en una puesta en escena, llevarla a cabo, trabajar con tu equipo… al final, estás haciendo lo mismo que en un largo solo que en un formato más pequeño. Entonces todo lo que sea práctica está preparándote para el rodaje de tu largometraje. Creo que es bonito reivindicar el cortometraje como un formato en sí mismo, que deje de verse siempre como esa antesala al largo. A mí me gustaría ahora mismo hacer un corto y no para que sea una antesala de nada sino porque a veces hay historias que deben ser contadas en corto.
¿Crees que el cine español se ha hecho un hueco en la industria cinematográfica internacional? ¿Está reconocido a nivel mundial?
No sé si se ha hecho un hueco en la industria. Creo que sí hay una parte del cine español que viaja, que es reconocido en muchos festivales a nivel internacional, que es valorado. Algunas películas incluso consiguen distribuirse en otros países — y muchas no, las cosas claras —. En la industria, hay casos concretos de directores, de actores que trabajan fuera — pero tampoco es que tenga muchos datos, lo reconozco —. Pero la sensación es que hay que lanzar cohetes. Lo que me preocupa más es el estado de la industria nacional. Creo que hay que cuidarla, incentivarla y trabajar para que podamos hacer más cine y sobre todo otro tipo de películas. Creo que, por un lado, España está en un muy buen momento en cuanto a talentos, a gente implicada; en cuanto al tipo de películas que se hacen y la diversidad de éstas. Sin embargo, muchas de estas películas están o en los márgenes o fuera de la industria. Parece que el cine apoyado por la industria es cada vez más homogéneo, cuando la gracia sería que la industria incentivara esta pluralidad. Que por lo menos tuviera cabida y creo que esto es lo importante a trabajar.
Con respecto al tema concreto del apoyo a las mujeres cineastas, ¿cómo percibes tú la actual situación del cine español hecho por mujeres – a nivel de formación, acceso al trabajo, acceso a la financiación y redes de colaboración?
Creo que es positivo todo el trabajo de concienciación que está habiendo. No solo en el cine obviamente sino a nivel social, respecto al machismo. Porque seguimos siendo una sociedad muy machista y lo importante es tomar conciencia. Tomar conciencia incluso de todas esas actitudes, esas formas de hacer, que, de alguna forma, llevan tanto tiempo asentadas en la sociedad que las consideramos normales y no nos damos cuenta de que no lo son, en el sentido de que no están fomentando la igualdad en absoluto. Entonces creo que es muy bueno el momento que estamos viviendo ahora porque está habiendo una llamada a la sociedad en general para modificar esto, para variar esas inercias. Y en el cine también está pasando: el cine se ve afectado por este movimiento y es muy positivo porque están saliendo a la luz todas estas diferencias de trato que puede haber respecto a hombres y a mujeres.
En cuanto a la situación actual, considero que sigue habiendo mucho trabajo por hacer. […] Los números hablan por sí mismos: el tanto por ciento de hombres directores es mucho más elevado que de mujeres directoras y si nos vamos a directores de fotografía o a otros cargos, la diferencia es aún mayor. También las estadísticas de mujeres quienes consiguen hacer una segunda película es interesante de ver. También lo son los presupuestos, esa tendencia que parece que las mujeres no pueden hacer películas de grandes presupuestos. Pero todo esto está cambiando o va a cambiar, espero, gracias a que se está denunciando. A día de hoy yo diría que todavía estamos en eso. Claro que están cambiando cosas, cada vez son más las mujeres y esto favorece el cambio. Porque claro que hay mujeres que pueden tener un actitud machista, es evidente. Pero también las hay que no. Igual que hay hombres que sí y hombres que no. Pero el hecho de que cada vez haya más mujeres favorece una nueva manera de hacer las cosas.
En cuanto a la formación, yo creo que cada vez hay más igualdad. Yo doy clase en la ESCAC y todavía sigue habiendo más hombres que mujeres pero cada vez son más las mujeres que quieren hacer dirección de fotografía, hay prácticamente paridad. Lo bueno es que sí pienso que en la escuela, entre los jóvenes, se vive un ambiente de igualdad en cuanto a considerar si uno está capacitado o no para hacer aquello, si se lo merece. Yo también lo viví cuando estaba en la escuela, no notaba diferencias por ser mujer. La sensación de que algo era diferente, la encontré fuera, luego en el mundo laboral pero no en la escuela — afortunadamente y en mi caso —. Creo que eso sí se está mejorando, creo que la juventud tiene una conciencia que nosotros no teníamos.
Luego cuando entras en el mercado laboral, las cosas cambian. Sigue habiendo más oportunidades para los hombres. Sobre todo, sigue habiendo un tipo de proyectos que parece que estén vetados para las mujeres y una cosa que a mí me preocupa especialmente es que se está hablando mucho del cine de mujeres, parece que hay una tendencia a colocar a las mujeres en una burbuja de este cine de mujeres. Cuando las mujeres yo creo que en general podemos decir que aspiramos a hacer cine, a secas. No „cine de mujeres“ o „cine para mujeres“, sino cine. Yo quiero hacer cine. Y pretendo que mi cine lo vean tanto hombres como mujeres. Entonces creo que es bueno el trabajo que hace la prensa de querer hablar, reivindicar trabajos hechos por mujeres pero que se debe vigilar cuando se cae en esta burbuja. Parece que una cosa es el cine y luego está el cine de mujeres. Sobre todo por eso, porque parece que sea un cine solo para mujeres y eso es un error fundamental porque en el fondo a lo que estamos aspirando todas es a poder hacer cine. Dentro de ese cine habrá cine de todo tipo: pues habrá cine mejor, cine peor, cine de más presupuestos, cine más intimista, cine protagonizado por mujeres, cine no protagonizado por mujeres. O sea, aspiramos a hacer cine y a que no tengamos que estar justificándonos precisamente por ser mujeres que hacen cine.
Respecto a lo de la financiación, al acceso al trabajo, sigue habiendo todavía muchos cargos directivos que no confían de la misma forma en los hombres que en las mujeres y eso se nota. Y por tanto sí, las mujeres tienen menos acceso que los hombres. […] Yo me sentí más discriminada por ser mujer haciendo de técnica que de directora. Haciendo de técnica, habían técnicos con los que veías que el hecho que tú fueras mujer les generaba más desconfianza o no valoraban tu trabajo de la misma forma. No se relacionaban contigo con el mismo respeto, ni de la misma manera como se relacionarían con un hombre. […] También hubo muchos casos de hombres que no caían en esta actitud. Las cosas como son.
¿Has sentido en algún momento que tu entrada en la industria de cine se hace más difícil por el hecho de ser mujer? Esto es, ¿te has sentido alguna vez discriminada por ser mujer?
Respecto a mi primera película, yo ya conté con el apoyo de una productora — dos en realidad porque estaba tanto Luisa Romeo como luego María Zamora (de Avalon) —. Eran también mujeres y tenían muy claro que querían incentivar, apoyar el trabajo hecho por mujeres. Entonces puedo considerarme afortunada.
Si hubo alguna televisión o algo que dejó de apoyarnos porque yo era mujer, claro que son cosas que yo no puedo saber a ciencia cierta porque no te dicen „no te damos esto porque seas mujer“. Entonces no lo sé.
¿Es la conciliación familiar entre tu vida personal y profesional un asunto que te preocupe? ¿Ves al respecto alguna diferencia con tus colegas de profesión varones?
Yo lo veo sobre todo en el caso de amigos y amigas. Ellos lo tienen más fácil. De alguna forma parece dado por hecho que ellos pueden estar viajando de aquí para allí compaginándolo con proyectos y que las mujeres se tengan que quedar. Pero eso también depende mucho de las parejas y es una cuestión más personal. Pero sí, claro que es algo que está tan arraigado. Por ejemplo, cuando los niños se ponen enfermos en la guardería, llaman a la madre, de entrada. Por eso se está haciéndo todo este trabajo de concienciación para que estas cosas cambien. Yo no tengo hijos ahora mismo así que tampoco puedo hablar desde mi experiencia personal de este tema.
¿Cómo crees que se ha transformado el panorama cinematográfico para las mujeres en España desde que tú empezaste a hacer cortometrajes hasta ahora?
Diría que positivamente. Lo que pasa es que a día de hoy, en nuestra época, hay un especie de miedo a que ciertas cosas se conviertan en tendencia, en moda y acabe quedando en algo más superficial. No me refiero a todo el movimiento feminista, ni mucho menos, pero sí de alguna forma a esta tendencia de decir „cine para mujeres“, „cine de mujeres“. El año pasado, cuando iban a ser los Goya, El País Semanal — para nombrar una publicación — salió en S Moda un reportaje sobre mujeres cineastas y a la semana siguiente o a las dos semanas, [El País Semanal] salió un reportaje sobre los directores nominados a las principales películas en la sección de Cultura. Si todo es cultura ya que el cine es cultura, ¿por qué las mujeres hemos de salir en la revista de S Moda y los hombres han de salir en la revista del País Semanal? Parece que de pronto ese cine de mujeres interesa a las mujeres y por eso lo vamos a poner en la revista de S Moda porque esas son las que van a querer leer sobre eso. La sociedad en general donde están hombres y mujeres que leerían El País Semanal porque los hombres en general no leen S Moda no necesitan ver reportaje de mujeres, ya pueden ver el reportaje de ellos. Yo no quiero hacerme demagógica, ni mucho menos, pero eso fue así. Y eso debe dejar de pasar. Entonces cuando hablamos sobre qué es ahora el cine de mujeres, yo lo que espero es que a las mujeres se las valoren. Por sus películas, por su trabajo y que sea en función de la calidad de sus películas y de su profesionalidad. Que tengan más o menos oportunidades. Tampoco se trata de decir „ah, mira, como ser mujer está de moda, pues venga vamos a hacer pelis de mujeres“ y de pronto se acaba la moda y lo dejamos, no. Nosotras hemos venido aquí para hacer cine porque es lo que queremos hacer. Y para quedarnos. Entonces, creo que sí, hay mejores condiciones pero todavía falta muchísimo y, sobre todo, de lo que se trata es que eso se convierta en algo normal, de que deje de ser algo excepcional.
Si tuvieras que posicionar tu obra en el sí de la tradición cinematográfica, ¿de qué corrientes o movimientos artísticos dirías que es heredera? ¿Con la obra de qué directores sientes que la tuya dialoga? ¿Entre ellos hay alguna mujer?
Mi obra es muy escasa: un par de cortometrajes, una película. Así que hablar de corrientes o de movimientos artísticos parece difícil pero diría que a mí me gusta un tipo de cine narrativo. Me gusta el cine de historias intimistas, de personajes. Un cine que explora sobre nosotros, nuestras emociones, nuestras dudas… sobre la condición humana, al final. Hay muchos directores que me interesan. Entre ellos hay directores y directoras, por supuesto. Si hablamos de España, me gusta mucho el cine de Mar Coll y sí creo que hay cosas en común [risas]. También me gusta el cine de Jonas Trueba pero también de Lucrecia Martel, Mia Hansen-Løve, Arnaud Desplechin, Eric Rohmer, Richard Kelly, Noah Baumbach, Woody Allen… Hay muchos cineastas a los que admiro.
¿Cuántas mujeres conforman el equipo de producción, rodaje y postproducción de tus obras?
Reconozco que a la hora de escoger el equipo — en la medida de lo posible porque muchas veces hay condicionantes de producción —, me gusta trabajar con amigos, con gente con la que tengo confianza, que conozco, que me conocen y que sé que la complicidad que hay entre ellos va a fomentar un mejor trabajo y que además lo vamos a pasar bien porque también se trata de eso. Entonces sí que hay mujeres. La productora fue mujer pero la montadora, Aina Calleja, también era mujer; Andrea Pozo, la directora de arte, también era mujer. El vestuario, el maquillaje, la peluquería también eran mujeres. La script, Belén Funes, también era mujer. Y en el equipo de guion está Valentina [Viso]. Valentina y yo así que son dos mujeres y un hombre. La verdad es que son equipos bastante mixtos y me siento muy cómoda con eso. Reconozco que tengo más en cuenta la amistad y el entendimiento, la complicidad profesional y, obviamente, la calidad del trabajo que el género a la hora de escoger a alguien con quien trabajar.
Siendo mujer cineasta y incorporando mujeres como personajes protagonistas de tus películas ¿consideras que tus películas son femeninas?
Seguramente. Un poco lo es porque al final yo soy mujer y precisamente María es una película que habla sobre una mujer y sí, es una película femenina.
¿Crees que tu obra hubiera sido recibida de forma distinta si fueses hombre?
No lo sé. Quiero pensar que no, pero es inevitable pensar que sí [risas]. Supongo que sí pero no lo sé, tampoco lo puedo afirmar. Es lo complicado de todo esto, de no poder afirmar rotundamente. Lo que sí puedes es fijarte en los datos, en las estadísticas y plantearte por qué habiendo cada vez más mujeres cineastas, los números siguen siendo los que son. Pero en mi caso concreto, no sabría decir. Son muchos los factores que condicionan que una película sea más o menos vista porque luego también está toda la cuestión de la promoción que es algo muy complejo. En función del presupuesto que tu dediques a todo esto, estás decidiendo qué le va a gustar al espectador y qué no, qué se va a ver y qué no. Creo que el hecho de que una película tenga éxito de taquilla o no depende de muchísimas más cosas y no solo de la calidad de la película o de quién es el director o la directora. Es algo de que debemos ser muy conscientes. De hasta qué punto estamos condicionados. Por eso me parece importantísimo pedirles a los que se consideran buenos espectadores de cine que sean inquietos, que busquen, que se informen, que vean qué películas se hacen y que se preocupen de ir a verlas, que tomen conciencia de ir a ver las películas la primera semana [de estreno] porque si no desparecen. Que sean conscientes de todo el poder que tienen los distribuidores y de como esto marca muchísimo cuales películas han de ver y cuales no.
Según tú ¿qué medidas ayudarían a mujeres para entrar en la industria cinematográfica española? ¿Qué les recomendarías a mujeres para ‘meter la nariz’ en el mundo del cine?
Yo lo que les recomendaría a las mujeres — bueno, creo que tanto a las mujeres como a los hombres, como a mis alumnos — es que si les gusta; que sean perseverantes, que confíen en sí mismos, que crean y que trabajen mucho, que no tiren la toalla. Porque no es fácil y para las mujeres todavía menos fácil. Y no solo es difícil entrar sino también es difícil mantenerse. Entonces lo importante es saber aprovechar las oportunidades y tratar, en la medida de lo posible, de ser fiel consigo mismo. Para mí, esto es algo importante, tanto en cine como en todo. Y pensando en las mujeres pues que confíen en sí mismas y que lo luchen.
Respecto a las medidas, hay toda esta discusión sobre las cuotas. Yo sé que, por ejemplo, CIMA Catalunya hizo una propuesta muy interesante que estaba inspirada en el sistema sueco en el que se ha conseguido llegar a una paridad. Pero no consiguieron aprobarla. Allí es donde también ves que el poder sigue estando muy controlado por los hombres. Era un conjunto de medidas que trataban de fomentar y aumentar el número de mujeres tanto en las subvenciones como en el panorama cinematográfico español. Se había conseguido además el apoyo de la asociación de productores aquí en Cataluña y apoyos por parte de gente de la profesión. Sin embargo, no hubo forma de que se aprobasen estas medidas. ¿Por qué? No lo sé. No acabo de entenderlo todavía. Algunos critican el sistema de cuotas, otros no. El sistema de cuotas no es ideal, eso es evidente. Pero es un sistema pensado para situaciones de desigualdades, cuando un colectivo está desfavorecido. Es decir, no se trata de que estas cuotas tengan que mantenerse siempre, no. Se trata de poder llegar a una situación de paridad y a partir de allí, no habrá por qué mantenerlas.